Desde un punto de vista genérico, la
muerte es la finalización de
las actividades vitales de un organismo. En el caso
particular de la realidad humana, la definición vigente
desde un punto de vista médico y legal alude a la
cesación de toda actividad en el encéfalo,
demandándose además que esta finalización
sea completamente irreversible.
Con el cometido de comprobar esta
situación, deben cumplimentarse una serie
de procedimientos y de protocolos rigurosamente
pautados.Es preciso señalar que la definición de
muerte ha sufrido una serie de variaciones a lo largo de la
historia. En el pasado, el criterio para declarar
clínicamente muerta a una persona era la ausencia de
respiración y de latidos en el corazón. Con la
evolución de la tecnología empleada, que
permitió la conservación artificial de
la actividad cardiaca y respiratoria en pacientes, este
criterio debió ser revisado.
Además, otra circunstancia
hacía necesaria esta revisión: la posibilidad de
utilizar los órganos de pacientes carentes de actividad
cerebral para salvar vidas. Es por ello que luego de un
período de evaluación, la comunidad
médica decidió adoptar la nueva definición
de muerte, aquella que hace énfasis en el papel del
cerebro como articulador principal de las funciones del
cuerpo.
La muerte es
el término de la vida a causa de la
imposibilidad orgánica de sostener el proceso
homeostático. Se trata del final del organismo vivo que se
había creado a partir de un nacimiento.
El concepto de muerte, de todas maneras, ha
variado a lo largo de la historia. En la
antigüedad se consideraba que la muerte, como evento,
tenía lugar cuando el corazón dejaba de latir y el
ser vivo ya no respiraba. Con el avance de la ciencia, la
muerte pasó a entenderse como un proceso que, a partir de
un cierto momento, se vuelve irreversible.
En la actualidad,
una persona puede haber dejado de respirar por
sus propios medios y, sin embargo, seguir con vida a
través de un respirador artificial Por otra parte, puede
hablarse de muerte cerebral para hacer
referencia al cese completo e irreversible de la actividad
cerebral.
Más allá de
la biología, existe una concepción
social y religiosa sobre la muerte. Se suele considerar a la
muerte como la separación del cuerpo y el
alma. Por lo tanto, la muerte implicaría el final de la
vida física pero no de la existencia. La creencia en la
rencarnación también es bastante
común.La muerte es el poder absoluto que dispone de nosotros. Ella nos pone el límite, finiquita nuestra existencia. Mientras podemos ocasionar y anticipar, panificar y ordenar muchas cosas, se sustrae la muerte a la arremetida estratégica. Ella viene, cuando quiere, viene como el ladrón en la noche. A cada momento es posible que ella asalte. En el entorno de su vida puede el hombre disponer de algo, tiene poder de disposición sobre cosas y procesos - pero no tiene poder de disposición sobre la muerte, él está entregado a ella. La muerte aparece como el señor infinito sobre los vivientes, que tiemblan ante ella. Pero esto vale en un sentido muy determinado. El hombre no puede mantener a distancia a la muerte, no puede escapar a ella, no puede ocultarse ni esconderse de ella. A cada cual lo alcanza - precisamente con una "seguridad mortal"
Qué significa la muerte para los seres humanos.
El sentido de la muerte se encuentra en la vida misma, en cuanto sabemos que vamos a morir, dirigimos nuestros esfuerzos hacia la vida intensamente vivida, el morir nos enseña a amar, querer, recordar. La muerte postergada hacia la eternidad no puede sino constituir el más absurdo de los absurdos. En cuanto ésta dejaría de ser fuente de vida, vivir en el más acá, requiere la certeza de la finitud. La muerte es un espejo en el cual contemplamos nuestra vida entera, la historia personal se perfila hacia un proyecto común de todos los hombres, de los que están y los que vendrán, el dialogo del espíritu con el corazón, resuelven su acuerdo de vida en un instante, el corazón ofrece energía para la acción, y el espíritu ofrece un viaje hacia el crecimiento. Entender esto, significa entender que la vida misma no es más que un periodo pequeño de nuestra existencia.La vida cobra sentido en cuanto se revela como un transito, morir es cambiar de estado y el bien morir puede ser entendido en términos de desprenderse finalmente de todo lo material que nos confina a este mundo para facilitarnos el paso a la eternidad. El bien morir es estar dispuesto con humildad a despedirse de la vida, entregar la existencia que nos fue dada, sin rencores ni arrepentimientos, sin culpa y sin dolor.
¿Porqué vivir si sabemos que vamos a morir?
Porque en la vida encontramos el significado de la existencia y en la muerte encontramos el significado de la vida, el convencimiento de nuestra muerte nos impulsa a trabajar, a hacer, a producir, sin posponer inútilmente nuestro destino. La presencia de la muerte nos pone frente a nuestra responsabilidad, que es la de hacer de la vida el sentido mismo de la existencia.
La muerte es un fin biológico o es la finalidad de la vida humana.
Por ello, en la definición clásica, la muerte es un acontecimiento que aparece sólo al final de la vida biológica. Por el contrario, en la visión antropológica que hemos expuesto la muerte surge no como un simple hecho biológico, sino como un fenómeno específicamente humano.
La muerte afecta a la totalidad del hombre
y no únicamente a su cuerpo. Si el cuerpo es afectado
y constituye una parte esencial del alma, entonces
también el alma queda envuelta en el círculo
de la muerte. Además, la muerte humana no es algo
que llegue como un ladrón al final de la vida:
está presente en la existencia del hombre, en cada
momento y siempre, a partir del instante en que el hombre
aparece en el mundo. Las fuerzas se van gastando, y el
hombre va muriendo a plazos, hasta acabar de morir. La vida
humana es esencialmente mortal o, como dice
san Agustín, en el hombre hay una muerte vital. La
muerte no existe. Lo que existe es el hombre moribundo, como
un ser para la muerte. Esta no viene desde fuera, sino que
crece y madura en la vida del hombre mortal. De esta forma,
la experiencia de la vida coincide con la experiencia de la
muerte. Prepararse para la muerte significa prepararse para
la vida verdadera, auténtica y plena. De ahí se
sigue que la escatología no está aislada de la
vida y proyectada hacia un futuro distante, sino que es un
acontecimiento de cada instante de la vida mortal. La muerte
acontece continuamente, y cada instante puede ser el
último.